30 de octubre de 2011

Tintin, mon copain


Ahora que se ha vuelto a poner de moda Tintín coincidiendo con el estreno de su versión cinematográfica, recordamos el libro póstumo de Léon Degrelle "Tintin, mon copain" en el que se detalla la influencia que pudo tener el que fuera lider del Rex a la hora de inspirar a Hergé en su obra. Su venta fue prohibida en Francia y Bélgica tras una denuncia de la Fundación Hergé por infringir los derechos de autor y de los 1000 ejemplares impresos de los que costaba la edición, 850 fueron destruidos, por lo que tan solo hay 150 copias en circulación.

28 de octubre de 2011

Recuerda

Recordando la Marcha sobre Roma



El espíritu y sacrificio de disciplina que rigió toda la acción del Partido Fascista salió, en verdad, airosa en la prueba decisiva de los acontecimientos acaecidos entre los días 27, 28 y 29 de octubre de 1922. Para comprender bien los movimientos registrados durante los años de post-guerra, hay que remontarse a las dos últimas décadas. En ese lapso los gabinetes que vinieron sucediéndose hicieron paulatinamente concesiones a los elementos radicales, especialmente durante la guerra, cuando se prometió a los hombres que luchaban en las trincheras que al regreso a sus hogares se hallarian con un programa de mejoras sociales, entre los que figuraba la libre distribución de la tierra y otras mejoras que favorecian enormemente a la clase pobre y trabajadora. Pero terminó la guerra y el programa prometido no se cumplió en todas sus partes, lo que provocó el descontento de esta gente que vio en esos momentos como única solución el movimiento socialista y extremista. Fue así como el Partido Socialista en las elecciones de 1919 logró sacar triunfante a un crecido número de sus candidatos a diputados. A este triunfo electoral socialista siguió el movimiento, francamente subversivo, de los elementos extremistas, quienes procedieron a la ocupación de fábricas. Siempre contando con el apoyo de los descontentos, el aparato subversivo continuó realizando su obra a un extremo tal, que el nacionalismo creyó llegado el momento de reaccionar para salvar al país de una hecatombe.

Fue de esta forma que un grupo de ex-combatientes se reunió alrededor de Benito Mussolini, emprendiendo una activa y enérgica campaña. El contingente inicial que no excedería de 60 hombres y que había nacido en la ciudad de Milan en 1919, vio poco a poco engrosar sus filas hasta que un año despues, siendo ya bastante elevado su número, se lanzó a una franca lucha contra los elementos extremistas y antipatriotas.

Los fascistas se vieron obligados a proceder enérgicamente y aun a perturbar el orden formal con objeto precisamente de llegar al restablecimiento completo del orden real y a salvar al país de una revolución marxista y de una completa ruina.

El movimiento fascista culminó en la acción desarrollada entre los dias 27 y 29 de octubre, con su revolución pacífica, ordenada y sin derramamientos de sangre. Por todo ello las viejas clases que habian gobernado al país hasta esa fecha, comprendieron que había llegado el momento de dejar el camino expedito a las fuerzas jóvenes. El Fascismo se propuso, segun manifestaron siempre sus dirigentes: adoptar enérgicas medidas para balancear el presupuesto nacional cortando por completo todos aquellos gastos innecesarios.

Aquella mañana del 27 de octubre de 1922 se conoce, la hasta entonces secreta, movilización de los fascistas. Queda constituído el Cuartel General en Perugia y los preparativos siguen su curso. Al día siguiente, los habitantes de Milán despiertan para enterarse que, durante la noche, todos los edificios de la ciudad, que despiertan cierta importancia, han sido disciplinadamente tomados. La red ferroviaria del Norte de Italia tambien se encuentra controlada. Mussolini, sin embargo, no se precipita. Hace silencio y espera. Se sienta en su mesa de trabajo y se prepara. Negocia, telefonea y da sus ordenes. El ambiente es de tensión y de nerviosismo. Pero nadie pierde la cabeza.

Afuera, en las calles, más de 50.000 hombres se han puesto en marcha. No es un ejército regular. No hay uniformes ni armas homogéneas diseñadas. Sólo hay una consigna: "Roma o muerte!". Y ya no se puede retroceder. El gobierno, en un último y desesperado intento por detener la avalancha proclama el estado de sitio. Pero el rey se niega a firmar el decreto, aun a pesar de que Roma ya ha sido cubierta con barricadas, alambradas de pua y otros obstáculos. La reacción ya no tiene sentido. La contrarevolución está ya tan acorralada que ha perdido la batalla sin librarla. Al conocerse la decisión del rey, en las filas fascistas resuena un grito: "Roma es nuestra!". Y la marcha se hace indetenible.

En la redacción del Popolo d'Italia la actividad es febril. Y las ediciones especiales salen una detras de la otra. Finalmente el 29 de octubre de 1922 suena el teléfono. Se acabaron las "combinaciones" que aun se intentaban. El viejo régimen está agotado. Y el rey ofrece directamente a Mussolini la tarea de formar nuevo gobierno. Es la rendición incondicional del inepto régimen demoliberal. Y es, también, la victoria incuestionable del Duce.

Ni aun en este umbral de una victoria total, pierde Mussolini el control de sus decisiones. Con precisión dicta los titulares para la próxima edición. Ordena que se apronte un tren para viajar a Roma: "Viajaré a las tres...no, a las ocho. Un tren especial costaría demasiado". Y al Jefe de Estación de Milán le recomienda: "Saldré a las ocho en punto, de acuerdo al horario establecido. De hoy en más, todo tiene que funcionar a la perfección como un reloj". Y ese es el comienzo. Así de simple. Desde ese día, la puntualidad de los trenes italianos, bajo el fascismo, se hará proverbial. El jefe de la Revolución, al dar su primer orden como Jefe de Estado se ha limitado a exigir tres cosas: orden, disciplina y eficiencia.

En Roma, mientras tanto los fascistas han comenzado a llegar desde el día 28. Pero, fuera de algunas escaramuzas intrascendentes, con algunos minúsculos grupos comunistas, la paz general se ha mantenido. Los propios fascistas romanos ganan la calle y las banderas rojas desaparecen como por arte de magia. Roma está preparada para cuando Mussolini llegue.

La seriedad del momento no admite grandes festividades. Pero Mussolini no puede evitar que la columna fascista, cada vez más numerosa, estallen en júbilo saludando al jefe de la Revolución. Estas columnas llenan ya las calles de la antigua Roma. Estas Legiones, Cohortes y Centurias se han adueñado de la Ciudad Eterna, al igual que sus gloriosos antepasados. Pero todo se mantiene bajo control. El pueblo italiano ha asistido a un fenómeno que se hará constante en el surgimiento de los nacionalismos revolucionarios. Una auténtica revolución, profunda y amplia, sin el derramemiento de sangre inocente.

El 30 de octubre de 1922 la Marcha sobre Roma culmina en una gran victoria popular. Sin embargo, ni aun en el pináculo del exito y del triunfo la ocasión es utilizada para venganzas. El primer gabinete fascista nombrado por Mussolini es, en realidad, un gabinete de coalición. No hay revanchismos inútiles. Sólo hay la firme determinación de un gran hombre que sella la jornada diciendo: "He creado el primer Gobierno Nacional; con él construiré una Nación".

Durante 23 largos, azarosos y dramáticos años, el artífice de aquella hermosa victoria de Octubre del 22 cumplió con su palabra. Benito Mussolini, el Hombre que nunca se dio por vencido, nunca se cansó de insistir que : "El fascismo es un punto de partida y no un punto de llegada".

Aire fresco... Proyecto Impulso

25 de octubre de 2011

Miguel de Unamuno y Jugo


Bilbao 19 - 09 - 1864 / Salamanca, 31 - 12 - 1936

"Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado."

"La locura, la verdadera locura, nos está haciendo mucha falta, a ver si nos cura de esta peste del sentido común que nos tiene a cada uno ahogado el propio."

"Obra de modo que merezcas a tu propio juicio y a juicio de los demás la eternidad, que te hagas insustituible, que no merezcas morir."

"Llamo rumiantes a los hombres que se pasan rumiando la miseria humana, preocupados de no caer en tal o cual abismo."

"¡Pues sí, soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo, y el españolismo es mi religión, y el cielo en que quiero creer es una España celestial y eterna, y mi Dios un Dios, el de Nuestro Señor Don Quijote, un dios que piensa en español y en español dijo: ¡sea la luz!, y su verbo fue verbo español…!"

21 de octubre de 2011

Peñas de Europa

Carlos de Haes. Picos de Europa (1885). Museo Nacional del Prado (Madrid).

Peñas de Europa



Peñas de Europa en pie, góticas Peñas.

Así os nombran los mapas de abolengo,

y bien nombradas porque Europa os yergue,

Hijas de Europa, al borde de la misma.

Y ella es así también, como vosotras:

bosque de erectas lanzas y esperanzas,

catedrales de agujas y torres,

tensión de verticales estructuras.



Cuando el que torna a lomos del Atlántico

se impacienta esperando vuestras crestas,

al veros emerger grita de júbilo,

oh altar de nieves siempre manifiestas.



Ya en mi niñez os vi y os veneraba

desde el muelle de tablas o, más lejos,

desde lo alto de la Magdalena.

Mañanas escarchadas de febrero;

sobre el obrero humo de Maliaño,

yacente de tristeza ciudadana,

que azúl de gloria y blanco de ventura.

Mapa en relieve: casi iba de mi mano

a tocaros, oh aristas, oh poliedros,

precoz promesa de las dos Asturias

que iban a disputar mis mocedades.



Y ahora aquí estoy donde se acaba el mundo,

frente a esta soberbia, arduo macizo

de roca sobre roca. Peña Vieja

desde el silencio vesperal de Aliva

me sobrecoge en sombra y me prohíbe

medio cielo que niega con sus hombros.

Ni el águila real da fe de vida

creando ámbito inmenso con sus círculos.

Los rebecos no bajan a la fuente

ni se oye el suspirar allá en lo hondo

del verdor y la vida. Sólo el hálito

del puro mineral, la calma augusta

del concilio de peñas y traspeñas

y por la grieta el mar, que es también roca.



Allá detrás, al sur, se amansa y tiende

la melena y el cerro y la ancha grupa

del león que alimentas de tu entraña.



Y la primera estrella santiguando

un cielo de vendimia, oh paz de Europa.


Gerardo Diego

17 de octubre de 2011

Los fascistas y la mafia

El reinado de don Vito Cascio y la expulsión de la mafia siciliana iban a quedar bruscamente interrumpidos por el advenimiento de Benito Mussolini, según el historiador Francois de Vivié. En efecto, esta es una fase apasionante y sintomática de la historia de la "Honorable Sociedad", pues demuestra que un régimen no democrático, libre de preocupaciones electorales y capaz de situar la razón de Estado por encima del derecho, pudo luchar eficazmente contra la extorsión organizada. Con más obstinación las democracias deberían poder batirla también legalmente, pero no lo han conseguido.

Mayo de 1924. De pie en un Bugatti blanco, Mussolini respondía a las manifestaciones de entusiasmo de Palermo. A lo largo de toda la Vía Maqueda, situados a intervalos de diez metros, los policías contenían a la multitud. Era la primavera del fascismo y la ciudad la festejaba. El sol batía con dureza las murallas sarracenas, las fachadas barrocas, las casuchas y el aroma del café -entre las once y el mediodía- que degustaban los hombres vestidos de negro, arracimados en bares de la más baja categoría. La visita termina. Estirando su cuerpo macizo, en alto la poderosa mandíbula, el Duce dirige maquinalmente a los palermitanos sus últimos saludos a la romana. A su lado, Césare Mori, el jefe de la policía, estaba satisfecho. Todo había transcurrido a la perfección y el Duce acababa de nombrarle Prefecto de Palermo.

Mori era un fascista lleno de celo. Su experiencia como policía, su energía y su conocimiento de Sicilia, le convertían en hombre valiosísimo. Había conseguido calmar la agitación de los campesinos ex combatientes que reclamaban el reparto de tierras, y había emprendido una represión fructuosa contra el bandidaje. En cuanto a la mafia, no había sido objeto del menor ataque. Esta, de momento, se limitaba a observar con el deseo de aprovecharse del nuevo régimen como antes lo había hecho con la democracia. Sus notables subvencionaban al fascismo y muchos de ellos se afiliaban al partido. Sin combatirla, Mori, junto con los carabineros por él organizados y los "camisas negras", se había contentado hasta entonces con establecer la autoridad del Estado, convencido de que el orden fascista acabaría con el orden mafioso.

Un mafioso ostentoso

Terminada la visita, la alegría del nuevo Prefecto tuvo corta duración. Mussolini tuvo un deseo imprevisto: quiso trasladarse a Piana dei Greci, una aldea muy pobre pero ensalzada por sus manifestaciones folklóricas heredadas de los refugiados albaneses que habían huido de la opresión turca. También fue un centro de agitación campesina, y el principal problema era que su "podestá" (el alcalde) era jefe de la mafia de ése y otro pueblo cercano (Partinico). Don Cuccio, tal era el nombre del alcalde, hombre exagerado, aparatoso en sus gestos, recibiría al Duce de Italia. Este quiso visitar algunos lugares del pueblo. Mori, inquieto, invitó a don Cuccio a tomar asiento en el auto de Mussolini. Cuando se disponía a subir le preguntó al prefecto Mori: "¿Por qué tantos policías alrededor del auto?". "Nada más natural -le contestó Mori-, el protocolo y la protección al Duce". A ello, replicó don Cuccio: "A mi lado, su Excelencia no corre ningún peligro, soy yo quien manda en esta zona, nadie se atrevería a tocar un cabello de Mussolini, mi amigo, el mejor hombre del mundo".Después se haría fotografiar con su brazo apoyado junto a al Dictador.

¡Mussolini bajo la protección de la mafia! Don Cuccio, lleno de presunción ridícula, no advirtió la exasperación de Mussolini. Estaba muy lejos de imaginar que acababa de atraer sobre la mafia las iras del Duce.

Declaración de guerra

El Duce, pues, iba a ser el primer jefe de Estado italiano que atacase abiertamente a la mafia. ¿Debido a que la consideraba un insulto a su autoridad, o a que la juzgaba un obstáculo para el progreso de Sicilia? Cualquiera que fuese el motivo, el conflicto era inevitable.

Mussolini sabía que la mafia se hallaba al margen del Estado e incluso de la Nación, que no adhería a un partido o a un régimen si no era para infiltrarse en él. Los funcionarios fascistas enviados por Roma eran ignorados, los tribunales de Palermo eran impotentes. Un miembro del partido Fascista había sido asesinado ante docenas de testigos. Nadie había visto nada. Los únicos mandos fascistas escuchados en Sicilia eran "mafiosi" o abogados amigos de estos. El índice de criminalidad siciliano era diez veces más alto que el de la península toda. En Sicilia pululaban los desertores de la guerra 1914-1918 y la mafia era la responsable... En todo esto pensó Mussolini al regresar de Piana dei Greci, y don Cuccio fue la gota que colmó el vaso.

Aquella misma noche, el Duce ordenó a Mori que detuviese a don Cuccio y desencadenara la guerra contra la mafia. En los primeros días el Prefecto se mostró prudente. Detener a don Cuccio le parecía peligroso y prefería "maniobrar" para sembrar confusión y provocar disensiones que condujeran a una pugna interna. Pero los acontecimientos se precipitaron: dos meses después de la visita del Duce a Piana dei Greci, don Cuccio, seguro de sí mismo, fue a Roma deseoso de explotar la hospitalidad que le había ofrecido su "amigo" Mussolini, y estaba seguro que lo recibiría con los brazos abiertos. Dígale al Duce -explicó a la secretaria- que soy don Cuccio. Como es lógico, las puertas no se le abrieron. Don Cuccio, decepcionado, abandonó el palacio, y el prefecto Mori recibió una orden telefónica de ponerlo a buen recaudo apenas regresara.

Cuando Cuccio desembarcó en Palermo, Mori en persona estaba esperando. Amable y sonriente le transmitió las excusas del Duce diciéndole que le había sido mal transmitida la petición de audiencia, y lo invitó a almorzar en su casa. Don Cuccio, tranquilizado, se instaló en el coche del prefecto, y éste indicó a su chofer: "Villa Mori".

"Villa Mori" era el apodo que los habitantes de Palermo daban a la prisión L´ucciardone. El jefe de la mafia de Piana dei Greci y de Partinico no cayó en la cuenta, y unos minutos más tarde, petrificado por el asombro, lo encerraron en la cárcel. Le seguirían otros cientos de detenidos. La caza había comenzado.

14 de octubre de 2011

De las cenizas de Bastión Cántabro... 2x5

¡Renovarse o morir!


“No hay nada más bello que un hombre “cuando avanza”. Todo se resquebraja en el corazón de los otros hombres cuando uno de ellos avanza dos pasos, se separa del grupo y forja, así, en derredor suyo, la infranqueable barrera del respeto. Las madres y las novias suplican y no comprenden que puedan tener a la muerte por rival. “¡No avances! ¡Retrocede!” Es demasiado tarde. El heroísmo: ese canto egoísta que estalla. ¡Heme aquí! ¡Único! ¡Apartaos! Ya no tengo ni madre ni amante; ya no tengo pasado: voy a nacer. “¡Vas a morir!” Sí, pero habré nacido y habré conocido la loca embriaguez cuando, en mi cuerpo y en mi alma, experimente el vehemente nacimiento de un dios”.