29 de abril de 2010

ZetaZeroAlfa


Zeta: es la última letra de nuestro alfabeto; en física, es el símbolo de la impedancia y del número atómico; Zeta, en matemáticas, junto con X e Y indica una incógnita, una variable, una coordenada... Zeta, en química, aparece en abreviaciones como Zn, Zr, símbolo de zinc y zirconio… En filosofía la zetética es la búsqueda incesante de la verdad caracterizada por la duda constante... Zeta, sexta letra del alfabeto griego y " Hacha de Guerra" en el códice cuneiforme sumerio... Zeta, en el código internacional de banderas de señalización significa "Comienza a remolcar" o "listo para ser remolcado”... Zeta, onomatopéyicamente suena como un corte vertical, una descarga eléctrica, una electrocución... Zeta en la edad media, indicaba en la numeración romana el 2000...

Zero: es un número cardinal que indica la falta de cualquier unidad; Zero es el estado inicial de una magnitud susceptible de variar en dos sentidos opuestos... Zero, en física, como "cero absoluto" es la temperatura mínima a la que en teoría se puede llevar a un cuerpo… Zero, en balística, como "disparar a cero" se entiende hacerlo con el arma horizontal, cuando el objetivo es muy cerca... Zero como corte de pelo… Zero, en la valoración escolástica, la puntuación de mérito más baja, denota insuficiencia absoluta… Zero, onomatopéyicamente, suena como un corte horizontal, una tabla rasa, un agujero negro… Zero es también el nombre dado por los americanos al caza japonés Mitsubishi A6M... Zero, como Edén Pastora, alias "Comandante Cero" ex líder guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional nicaragüense… Zero Zero Zero como la terminación del nuevo milenio…

Alfa: es la primera letra del alfabeto griego. A menudo un símbolo de “Principio” que se contrapone con la última letra de ese alfabeto, omega, símbolo del “Final” …Alfa privativa, primer elemento de la composición griega, donde tiene el valor de la negación pura y simple, todavía usada como prefijo en composiciones de la lengua moderna. Alfa, en física, como partículas alfa, núcleos de helio velocísimo… Alfa planta herbácea perteneciente a las gramíneas… Alfa como Alfano, caballo árabe grande, fuerte y fogoso… Alfa, onomatopéyicamente, suena como una respiración profunda, un círculo concéntrico, un amanecer radiante…

27 de abril de 2010

Ultima Frontiera - Unosetteottonove (1789)



Letra traducida:


La Revolución sin Dios ni Estado
Cuantos barones y campesinos ha masacrado
Nobles personas tras la ciega guillotina
La democracia es heredera de asesinos
Ciertamente ésta no es mi revolución
No quiero ser hijo de una absurda razón
De la burguesía, del materialismo, de la ideología!

En Francia se ponía el sol
Y se marchitaba una flor llamada Honor
En Francia no se podía amar
Y el cielo se oscurecía y las lágrimas de los dioses caían

La libertad creada para explotar
La fraternidad significa traicionar
Y la igualdad es sólo hipocresía
Hija de la ignorancia y de la burguesía
Mi revolución es la del 22 en Roma
Mi revolución es un espíritu que llama
No es una ideología, sino una visión pura, una vida ardita!

En Francia se ponía el sol
Y se marchitaba una flor llamada Honor
En Francia no se podía amar
Y el cielo se oscurecía y las lágrimas de los dioses caían

En Francia se ponía el sol
Y se marchitaba una flor llamada Honor
En Francia no se podía amar
Y el cielo se oscurecía y las lágrimas de los dioses caían


Letra original:

Quella Rivoluzione senza Dio né Stato
quanti ne ha massacrati di baroni e contadini,
nobili persone tra cieche ghigliottine
questa democrazie è erede di assassini.
Di certo non è mia quella Rivoluzione
non voglio esser figlio di un’assurda ragione
di quella borghesia, di quel materialismo, di quell’ideologia!

In quella Francia tramontava il sole
ed appassiva un fiore che si chiamava Onore,
in quella Francia non si poteva amare
e il cielo si oscurava e il pianto degli Dèi scendeva.

Quella libertà è creata per sfruttare
quella fraternità significa tradire
e quella uguaglianza è solo ipocrisia
figlia dell’ignoranza e della borghesia.
La mia Rivoluzione è ‘22 a Roma
la mia Rivoluzione è lo spirito che chiama
non è un’ideologia ma una visione pura, una vita ardita!

In quella Francia tramontava il sole
ed appassiva un fiore che si chiamava Onore,
in quella Francia non si poteva amare
e il cielo si oscurava e il pianto degli Dèi scendeva.

In quella Francia tramontava il sole
ed appassiva un fiore che si chiamava Onore,
in quella Francia non si poteva amare
e il cielo si oscurava e il pianto degli Dèi scendeva.

25 de abril de 2010

La Falange Clandestina


Su autor es el historiador José Manuel Puente Fernández, nacido en Argentina hace 40 años y licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad de Cantabria. El autor ya cuenta en su haber con otras dos obras de temática falangista, Falange Española de las JONS en Asturias, aproximación sociopolítica a su militancia en la ciudad de Gijón (1934-1936) y La cuestión nacional a través de la prensa falangista. Los semanario FE y Arriba. Lo edita Cantabria Tradicional S. L.

Si es innumerable la bibliografía falangista, ésta ha pecado casi siempre de ser en buena parte de los casos parcial en un sentido o en el contrario. En la actualidad, autores como Payne se han aproximado de una manera más científica, por así decirlo, pero prima, sobre todo, la obra de pesebreros, mantenidos e historiadores de salón que no dudan en sacrificar su supuesta profesionalidad por agradar a los nuevos amos. Desde luego no podemos olvidar la prolífica obra que viene desarrollando el camarada José Luis Jerez Riesco, que lo mismo nos lleva a conocer las aventuras y desventuras de Falange allá en Argentina, como a saber un poco más de aquellos hombres que merecieron las máximas distinciones con que Falange premiaba a sus más destacados elementos, conocer los comienzos políticos de José Antonio o hacer un viaje en el tiempo por el Madrid de los comienzos de la Falange y los lugares que significaron algo en el nacimiento y primeros tiempos de nuestro movimiento.

La característica de este obra de tan joven historiador es que una vez leída uno no es capaz de discernir si Falange le es simpática o no, y ahí radica su valor.

La obra se estructura en tres partes, la primera se dedica a los orígenes del fascismo en España, el partido de Albiñana y el nacimiento de las JONS y de Falange y su posterior fusión, hasta la muerte de José Antonio en la prisión de Alicante. La segunda parte se centra en la Falange Montañesa, desde 1933 hasta la Liberación en 1937, con importantes aportaciones como el listado de militantes de la JONS de Santander. Por último, la tercera es un listado de los caídos de la Falange Montañesa como consecuencia de la represión republicana durante el año de terror frentepopulista. La obra termina con una serie de documentos que facilitan la comprensión para los no iniciados en el tema. Cada capítulo viene acotado con multitud de citas necesarias para aquel que no conozca a fondo el tema.

En definitiva, una obra rigurosamente histórica sobre la Falange en general y la Montañesa en particular que aportará a aquel lector ajeno a nuestro movimiento una composición de lugar bastante aproximada de lo que fue aquel período de nuestra historia, donde se situaron los orígenes del nacionalsindicalismo, último movimiento romántico, que con el devenir de la Guerra Civil pasó a ser otra cosa.

Absolutamente recomendable para todo el mundo

19 de abril de 2010

Los separatistas: los peores enemigos del País Vasco, de Cataluña y de Galicia

Ninguno de los problemas que estamos tratando aquí hoy ha surgido del suelo, como la hierba- Todos tienen causas muy concretas. O, para ser más exactos, son los síntomas de una patología política muy concreta: la llamada construcción nacional, que consiste en una enorme campaña de ingeniería social dirigida a dos objetivos. El primero, desconectar a gallegos, vascos y catalanes de los demás españoles. Y el segundo, desconectar a los mismos gallegos, vascos y catalanes de hoy de todas las anteriores generaciones.

Y para ello, siguiendo las enseñanzas de Orwell cuando advirtió de que “quien controla el pasado controla el futuro”, las dos herramientas fundamentales son la sustitución de la historia de verdad por una historia de ciencia ficción, junto con la conversión de la lengua en un medio de incomunicación.

Y hay un campo en el que estos dos caminos, el de la historia y el de la lengua, se cruzan de modo especial: la toponimia. Porque también con ella se lleva treinta años marcando las diferencias y los límites.

Con el rebautizo de los nombres de lugar nuestros separatistas patrios creen que se puede cambiar la esencia nacional de las personas.

Mediante la eliminación del topónimo en lengua española, la alteración del existente según reglas creadas para cada caso o la simple invención de nuevos términos nunca hasta entonces imaginados, nuestros voluntariosos separatistas, empeñados en la acción nacionalizadora sobre territorios y habitantes mediante las mágicas potencias del nombre, avanzan todos los días, sin obstáculo digno de mención ni a izquierda ni a derecha, en su delirante plan.

Ejemplos los hay a miles, y muchos son tan conocidos como la eliminación, no sólo para las regiones afectadas, sino para toda España, de palabras como Lérida, Gerona, La Coruña, Orense o Fuenterrabía, que en todas las cadenas de televisión de ámbito nacional, en las que, evidentemente, se habla la lengua de Cervantes, son siempre mencionadas como Lleida, Girona, A Coruña, Ourense y Hondarribia. Sin embargo, este criterio no se extiende a Alemania, Francia, Londres, Burdeos, Colonia o Amberes, que, para ser coherentes, debieran ser llamadas en el telediario Deutschland, France, London, Bordeaux, Köln y Antwerpen. Evidentemente, en TV3 la capital de Aragón es Saragossa.

La hipocresía de los alquimistas del topónimo no tiene límites: el artículo 10 de la Ley Básica de normalización del uso del euskera, norma de 1982, se estableció que “la nomenclatura oficial de los territorios, municipios, entidades de población, accidentes geográficos, vías urbanas y, en general, los topónimos de la Comunidad Autónoma Vasca, será establecida respetando en todo caso la originalidad euskaldún, romance o castellana con la grafía académica propia de cada lengua”, lo que ha venido siendo incumplido sistemáticamente desde hace un cuarto de siglo sin que ningún partido político haya protestado.

Para conseguir la unidad de destino en lo euskaldún se ha hecho de todo. Por ejemplo eliminar de un plumazo la citada Fuenterrabía, topónimo impuesto por el franquismo allá por el año 1203, momento en el que la fundó Alfonso VIII de Castilla con ese nombre.
También están las traducciones para imponer un nombre eusquérico a lugares que desde siempre sólo lo tuvieron romance. Por ejemplo, la comarca vizcaína de las Encartaciones, el tercio oriental de Vizcaya, lindero con las vecinas Burgos y Cantabria, donde jamás se habló vascuence y donde, evidentemente, no hay un solo topónimo en vascuence. Pues bien, ahora le ha surgido un absurdo Enkarterri que es una pura invención, así como un Valle de Carranza al que le ha crecido una k y una tx, y una cuevas de Pozalagua rebautizadas Pozalaguako kobak.
Curiosamente, en el sentido contrario no sucede. A nadie, ni en tiempos de Recaredo ni en los de Felipe II ni en los de Franco, se le ocurrió jamás adjudicar un topónimo castellano postizo. A nadie se la ha ocurrido jamás rebautizar al Goyerri como “Tierras altas”, ni a Azcoitia “Sobrelapeña”, ni a Azpeitia “Bajolapeña”, ni a Lizarza “Fresneda”, ni a Urrechu “Avellaneda”. Pero a Salinas de Añana ahora se le llama Gesaltza, a Villanueva Uribarri, a Ribera Alta Erribera Goitia y a San Román de San Millán Durruma Donemiliaga para pasmo de sus vecinos, incapaces de encontrar sus pueblos cuando han de buscarlos en la guía telefónica.

También está el cambio de ortografía, que ha llenado el País Vasco de bes por uves, de kas por ces y de tx por ches hasta el delirio.

Ahora Santurce se llama Santurtzi, es de suponer que porque los nacionalistas creen haber recuperado con ello algún antiquísimo topónimo eusquérico. Pero el problema es que Santurce es un nombre latinísimo, derivado del santo patrón del lugar, San Jorge, como el San Jurjo orensano, el Santiurde montañés o el Santurde riojano.

“Desde Santurtzi a Bilbo vengo por toda la orilla”

Por cierto, todo esto obligará a cambiar hasta las letras de las canciones que los vascos han cantado durante siglos, porque es de suponer que ahora lo correcto será “desde Santurtzi a Bilbo vengo por toda la orilla”…

Y ya que hemos llegado a la muy abertzale capital del Nervión, rebautizada por el PNV con tan tolkieniano nombre de “Bilbo”, quizá conviniese recordar que se llama Bilbao desde su misma fundación en el año 1300 por Don Diego López de Haro, mediante, por cierto —sarcasmos de la historia…— acta fundacional emitida en Valladolid otorgando a los bilbaínos el Fuero de Logroño.

Uno de los casos más interesantes es el de Pedernales, localidad vizcaína en la que reposa el cuerpo incorrupto de Sabino Arana. Pues bien, tan castellano nombre no podía ser aceptado, sobre todo para tan simbólico lugar, así que se dedujo que ya que un pedernal es una piedra (harri) con la que se hace fuego (su), el nombre vascamente puro de la localidad habría de incorporar esos dos elementos. Y de este modo Pedernales fue eliminado y quedó en Sukarrieta, lo que provocaría el asombro hasta del propio Sabino si levantara la cabeza.

Curiosamente, este afán por recuperar hasta cosas que nunca existieron no se da para el nombre más importante, el de toda la región, perdón, nación: Euskadi, disparate lingüístico de primer orden que ha sustituido a los viejos nombres con los que castellanohablantes y vascohablantes han llamado a su tierra desde hace muchos siglos: Euskalerría, Vasconia y Provincias Vascongadas.

Es muy significativo que este fenómeno no se da en otras partes, sobre todo en la imperialista y opresora Castilla, donde a nadie jamás se le ha ocurrido eliminar la Urria o la Artieta burgalesas, el Valdezcaray riojano, el Bascuñana conquense, o el Garray soriano en nombre de una identidad castellana a recuperar. Pero en la liberada Euskadi sabiniana, no sólo se persigue a las personas. También a las palabras.

Los mismos problemas de psiquiátrico se dan en Galicia, donde el peso de la responsabilidad por la eliminación de los topónimos castellanos, que han convivido con los gallegos desde siempre (Fisterra-Finisterre, Puentedeume-Pontedeume, Orense-Ourense, La Coruña-Coruña —sin la A—), recae no sobre los separatistas, sino sobre los gobiernos del PP antes y del PSOE ahora.
Pero no me extenderé en ello, pues, para continuar con la canción, termino “deprisa y corriendo porque me aprieta el corsé”.

Pero no quiero terminar sin señalar un detalle: los vascos, catalanes y gallegos tienen que darse cuenta de que mediante estas absurdas políticas no se está haciendo ningún favor ni a sus lenguas, ni a sus culturas, ni a sus identidades históricas. Todo lo contrario. En primer lugar, porque la imposición lingüística y las obsesiones palabreras sólo puede conducir, y lo estamos viendo ya, a la fobia hacia esas lenguas por parte de muchos ciudadanos. En segundo lugar, porque muy difícilmente se puede defender y potenciar lenguas, historias y personalidades colectivas falsificándolas, adulterándolas y eliminándolas sistemáticamente.

Nunca, en toda la historia, se ha perpetrado un ataque más devastador contra la lengua, la historia y la cultura de esas regiones. Los supuestos defensores de las esencias vascas, catalanas y gallegas han demostrado ser sus principales enemigos, pues lo único que han conseguido son ridículas parodias de aquello que pretenden defender.

Pero ha de tenerse en cuenta que todo esto no tiene nada que ver con la lengua, sino con la política. La persecución a la lengua no es más que un instrumento. Todo esto no surge del odio a la lengua española, sino del odio a España.

Jesús Laínz

*Conferencia pronunciada en octubre de 2008 para la fundación DENAES reproducida en la red por El Manifiesto

12 de abril de 2010

Aurora - La terra dei padri




Letra traducida:

Mis primeros sobre este suelo
Y ya sentía que era mi tierra
Aprendí a amarla en el reflejo de un lago
Y respirando el aire frío de una cumbre

Mi vida está aquí y aquí lucharé
Por la tierra de mis padres
Mi vida está aquí y aquí lucharé
Por la tierra de mis padres

Un cálido sol me llevó frente al mar
Una luna nueva me empujó a la batalla
Antiguos muros me hablaron de gestas
Y de una civilización enterrada en el pasado

Mi vida está aquí y aquí lucharé
Por la tierra de mis padres
Mi vida está aquí y aquí lucharé
Por la tierra de mis padres

En la cara de un anciano encontré el orgullo y la dignidad
En su coraje la voluntad de luchar
La libertad brilla como el sol
Ningún invierno podrá borrarla nunca

Mi vida está aquí y aquí moriré
Por la tierra de mis padres
Mi vida está aquí y aquí moriré
Por la tierra de mis padres
Mi vida está aquí y luchar aquí
Por la tierra de mis padres
Mi vida está aquí y luchar aquí
Por la tierra de mis padres


Letra original:

I miei primi passi sopra questo suolo
E già sentivo che era la mia terra
Imparai ad amare nello specchio di un lago
E respirai l'aria fredda di una vetta

La mia vita è qui e qui combatterò
Per la terra dei miei padri
La mia vita è qui e qui combatterò
Per la terra dei miei padri

Un sole caldo mi portò davanti al mare
Una nuova luna mi spinse alla battaglia
Antiche mura mi parlano di gesta
E civiltà sepolte nel passato

La mia vita è qui e qui combatterò...
Nel volto di un vecchio trovai orgoglio e dignità
Nel suo coraggio la voglia di lottare
La libertà risplende come il sole
Nessun inverno la potrà mai cancellare

La mia vita è qui e qui io morirò
Per la terra dei miei padri
La mia vita è qui e qui io morirò
Per la terra dei miei padri
La mia vita è qui e qui combatterò
Per la terra dei miei padri
La mia vita è qui e qui combatterò
Per la terra dei miei padri

10 de abril de 2010

José Antonio Primo de Rivera - La Gaita y la Lira


¡Cómo tira de nosotros! Ningún aire nos parece tan fino como el de nuestra tierra; ningún césped más tierno que el suyo; ninguna música comparable a la de sus arroyos. Pero... ¿no hay en esa succión de la tierra una venenosa sensualidad? Tiene algo de fluido físico, orgánico, casi de calidad vegetal, como si nos prendieran a la tierra sutiles raíces. Es la clase de amor que invita a disolverse. A ablandarse. A llorar. El que se diluye en melancolía cuando plañe la gaita. Amor que se abriga y se repliega más cada vez hacia la mayor intimidad; de la comarca al valle nativo; del valle al remanso donde la casa ancestral se refleja; del remanso a la casa; de la casa al rincón de los recuerdos.

Todo eso es muy dulce, como un dulce vino. Pero también, como en el vino, se esconden en esa dulzura embriaguez e indolencia.

A tal manera de amar, ¿puede llamarse patriotismo? Si el patriotismo fuera la ternura afectiva, no sería el mejor de los humanos amores. Los hombres cederían en patriotismo a las plantas, que les ganan en apego a la tierra. No puede ser llamado patriotismo lo primero que en nuestro espíritu hallamos a mano. Es elemental impregnación en lo telúrico. Tiene que ser, para que gane la mejor calidad, lo que esté cabalmente al otro extremo, lo más difícil; lo más depurado de gangas terrenas; lo más agudo y limpio de contornos; lo más invariable. Es decir, tiene que clavar sus puntales, no en lo sensible, sino en lo intelectual.

Bien está que bebamos el vino dulce de la gaita, pero sin entregarle nuestros secretos. Todo lo que es sensual dura poco. Miles y miles de primaveras se han marchitado, y aún dos y dos siguen sumando cuatro, como desde el origen de la creación. No plantemos nuestros amores esenciales en el césped que ha visto marchitar tantas primaveras; tendámoslos, como líneas sin peso y sin volumen, hacia el ámbito eterno donde cantan los números su canción exacta.

La canción que mide la lira, rica en empresas porque es sabia en números.

* * *

Así, pues, no veamos en la patria el arroyo y el césped, la canción y la gaita; veamos un destino, una empresa. La patria es aquello que, en el mundo, configuró una empresa colectiva. Sin empresa no hay patria; sin la presencia de la fe en un destino común, todo se disuelve en comarcas nativas, en sabores y colores locales. Calla la lira y suena la gaita. Ya no hay razón –si no es, por ejemplo, de subalterna condición económica– para que cada valle siga unido al vecino. Enmudecen los números de los imperios –geometría y arquitectura– para que silben su llamada los genios de la disgregación, que se esconden bajo los hongos de cada aldea.

(FE, núm. 2, 11 de enero de 1934)

7 de abril de 2010

Luis Vicente de Velasco e Isla


Capitán de Navío de la Real Armada Española.

Nació en la villa de Noja en Santander el día nueve de febrero del año de gracia de 1711. Sentó plaza de guardiamarina en la compañía del departamento de Cádiz en el año de 1726, tenía quince años.

Con su paisano Antonio de la Colina, recibió el bautismo de fuego en los ataques a Gibraltar. También coincidieron los dos en su destino en la escuadra del general Cornejo, que llevó a la conquista de Orán al ejército del duque de Montemar.

Velasco prestó servicios en aguas de América y en las del Mediterráneo, combatiendo contra los berberiscos; con el grado de teniente de navío en 1739 al romperse las hostilidades contra el Reino Unido; al principio de la guerra tomó parte en algunos encuentros, ascendiendo a capitán de fragata hacía el año de 1741.

Al mando de una fragata, pasó a América con los refuerzos que en el año siguiente se enviaron a las Antillas.

En junio de 1742, cruzando entre Veracruz y Matanzas, le salió al encuentro una fragata británica más fuerte que la suya; a lo lejos se divisaba un bergantín, también británico, que pugnaba por acercarse a la fragata para reforzarla, sin permitírselo la escasez de viento. Calculó Velasco que podía rendir a la fragata antes de que la pudiese auxiliar el bergantín; le presentó la banda y rompió contra ella un vivísimo fuego, ejecutado con maestría. Cuando pudo acercarse más se abarloó, lanzándose intrépidamente al abordaje al frente de sus hombres, rindiendo a la fragata en cuestión, antes de que se pudiera acercar a tiro el bergantín. Aseguró la presa y se lanzó contra éste, infiriéndole dos balazos a flor de agua, que le hicieron pedir auxilio y rendirse. Con sus dos presas entró Velasco en el puerto de La Habana; el número de prisioneros era casi el doble que el de los que las habían rendido; la población le recibió con júbilo indescriptible.

El veintisiete de junio del año 1746, al mando de jabeques de la guarda de la costa norte de la isla de Cuba, se apoderó, también al abordaje, de otro buque de guerra británico del porte de 36 cañones y con 150 hombres de dotación.

Durante la paz que siguió, continuó Velasco navegando y hizo viajes entre América y Europa, en las escuadra de los generales Regio y Spínola.

Fue ascendido a capitán de navío el veinte de marzo y se le dio el mando del navío “Reina”.

En junio de 1762 seguía Velasco con el navío “Reina”, formando parte de la escuadra del general Gutierre de Hevia, marqués del Real Transporte. El día seis se presentó ante el puerto una escuadra al mando del almirante Pocock, con transportes portadores de un cuerpo de desembarco, a las órdenes del conde de Albemarle.

La flota atacante embocó el Canal Viejo de Bahama, lleno de bajerío, por donde no se esperaba se atreviese tan nutrido convoy, de unas doscientas velas: con veintisiete navíos de línea, quince fragatas, nueve avisos, tres bombardas y ciento cincuenta transportes.

Aún se dudaba de su actitud hostil, suponiendo fuese un convoy mercante anual entre Jamaica y el Reino Unido.

La entrada del puerto de La Habana estaba guarnecida por el castillo del Morro, antiguamente llamado , y la junta de guerra encargó de su mando al intrépido Velasco. A los otros comandantes de los buques también les fueron adjudicados otros castillos con el mismo objeto, ya que se desistió de efectuar una salida por ser las fuerzas navales enemigas muy superiores a las españolas, que sólo consistían en ocho navíos de línea a flote más otros menores.

Se fortificó también la altura de la Cabaña, entonces sin castillo, pero que dominaba al del Morro.

Los Británicos desembarcaron al este de la boca, en Cojimar y Barucano, y atacaron a la Cabaña en número de 8.000; avanzaron hacía Guanabacoa, en el fondo de la bahía, pero en vez de atacar a La Habana sin hacer caso del castillo del Morro, que no era su llave, se empeñaron en conquistar esta fortaleza. La boca del puerto se había obstruido con tres navíos barrenados por orden de la junta.

Al oeste de la plaza, después de batir la torre de la Chorrera, desembarcaron también 2.000 británicos.

Una de las primeras medidas de defensa que tomó Velasco, fue macizar la puerta del castillo a su cargo, no dejando más comunicación con el exterior que la marítima, arriando e izando gentes y pertrechos, por unos pescantes de bote que afirmó al parapeto por el lado de la bahía. En todos los trabajos tomó parte principal la maestranza del arsenal de marina.

<>. El castillo tenía 64 cañones, entre sus frentes terrestre y marítimo. La guarnición inicial la componían 3.000 soldados de línea, 50 de marina, 50 artilleros y 300 gastadores negros, que se relevaban cada tres días.

Más adelante se reforzó el Morro con las dotaciones de los buques y además de los 50 soldados de marina llegó a haber 479 entre condestables, artilleros de mar y marineros.

El día once los británicos ocuparon la Cabaña. Desde la fortaleza se oía talar el monte para la fortificación de los asaltantes.

El día uno de julio destacaron los británicos cuatro buques para batir la fortaleza desde el lado de la mar, desde la menor distancia que permitiese su calado. No fue posible destruir las baterías con que la bombardeaban desde el lado de tierra, ya que poco podía el ataque que autorizó la junta, sólo con 640 hombres, contra un campo atrincherado de los atacantes guarnecido por 6.000 efectivos.

El combate de la batería de Santiago contra los cuatro buques británicos fue de colosal violencia: treinta cañones del castillo contra ciento cuarenta y tres de cada banda de la línea de buques oponentes.

El “Cambridge”, que fue el que se acercó más, perdió a su capitán, tres oficiales, la mitad de su dotación y toda su arboladura, y se hubiese ido a pique bajo los mismos muros del castillo, de no haber sido tomado a remolque por el “Marlborough”. El “Dragón” le relevó en el empeño, y si bien desmontó a Velasco muchas piezas, tuvo también que apartarse con grandes averías. El “Stirling” se separó ileso, y por apartarse del fuego cometiendo un desatino, fue depuesto por su comandante en jefe, y eso que era el más antiguo de los cuatro capitanes.

Al mismo tiempo se rechazaba un vigoroso ataque por el lado de tierra, por el de los baluartes de Austria y Tejada, embestidos fieramente por las fuerzas de Keppel.

Los fuegos de los atacantes eran seis veces superiores a los de la defensa; Velasco llevaba 37 noches sin desnudarse y sin apenas dormir, era incansable y daba a todos el aliento de su elevado espíritu. No sólo era el cerebro de la defensa sino su alma toda.

Recibió una fuerte contusión y, por orden terminante del marques del Real Transporte, hubo de retirarse a la plaza el día quince de julio, acompañado del capitán de fragata Ponce y del sargento mayor de la fortaleza Montes, siendo sustituidos por Francisco de Medina y Diego de Argote, comandantes del navío “Infante” y de la fragata “Venganza”.

Desde tierra empezaron los británicos a batir las baterías del Morro del lado de la mar con una que instalaron en la ensenada de San Lázaro, al otro lado de la bahía y al norte de la ciudad.

Viendo que la defensa del Morro se debilitaba y que Montes se restituía a su puesto a los tres días, Velasco lo hizo el día veinticuatro, llevando consigo como segundo en el mando al heroico capitán de navío el marqués de González, comandante del “Aquilón”.

Se fue debilitando aparentemente la presión enemiga, mientras alistaban los acatantes una mina contra el baluarte de Tejada, que quedó lista el día veintinueve. También este día se reforzaron las fuerzas atacantes al oeste de la ciudad, desembarcando en la Chorrera el general Burton con fuerzas procedentes de Nueva York.

Velasco consultó si evacuaba el castillo, con lo que la defensa de la ciudad se reforzaría con 1.00 hombres, pero no recibió respuesta de la junta.

No era explicable la insistencia británica en atacar el castillo del Morro y no la ciudad, al estar taponada la boca.

El día treinta, después de pasar revista a algunas obras que se estaban reparando y de dirigir algunos fuegos sobre el campo enemigo, se retiró Velasco a almorzar con González: <>, dice el parte:

Como a la una y media de la tarde se oyó un sordo estampido que no podía confundirse con los fuegos que ordinariamente se hacían. La mina había abierto una pequeña brecha en el baluarte de la Tejada; al no ver defensores en las inmediaciones, trepó a lo alto un grupo de veinte granaderos británicos, a los que siguieron muchos más.

El capitán Párraga, con denodada determinación y con sólo doce soldados, detuvo unos minutos a los asaltantes en la rampa, que desde el baluarte descendía al interior del recinto, pero pronto sucumbió ante el elevado número de sus enemigos. No obstante, su resistencia consiguió alertar a Velasco, que con atronadora voz y la espada en la mano acudió intrépidamente, al frente de tres compañías, a tratar de impedir la entrada de los asaltantes en la plaza de armas del castillo.

A la primera descarga cayó gravemente herido en el pecho, recomendando a su segundo que no desamparase la bandera que ondeaba luciendo al Sol de Cuba. González acudió a defenderla, cayendo junto a ella mortalmente herido y a su lado otros siete oficiales que acudieron igualmente a cubrir ese puesto de tan alto honor.

Montes también fue herido; al fin hubo de izarse la bandera blanca, pues toda resistencia, sólo provocaría más bajas.

Keppel entró en la fortaleza; se precipitó en la sala de armas, donde curaban a Velasco, le abrazó y le dio a escoger entre pasar a curarse a la plaza o ser asistido por los mejores médicos británicos; optó por lo primero, como no podía ser de otra manera.

A las seis de aquella misma tarde se hizo una tregua, siendo conducidos a la plaza en una falúa Montes y Velasco, acompañados por un ayudante del campo de lord Albemarle. Las heridas de ambos no presentaban carácter mortal; la de Velasco, aunque en el busto, por un costado, no dañaba los pulmones ni ninguna víscera, lo que presagiaba una larga temporada en la cama, pero nada más. No obstante le subía la fiebre; se consideró indispensable la extracción de la bala, y después de realizada la dolorosa operación, que sufrió con gran estoicismo, sobrevino el tétanos y con él la inesperada muerte, pues su herida no era para ello.

Expiró rodeado del marqués del Real Transporte, del de la Colina, de su sobrino el alférez de navío Muñoz de Velasco, herido antes en el Morro, y de otros amigos, a los que dejó consternados.

En caballeresco gesto suspendieron los fuegos los atacantes y los defensores de La Habana, para poder tributar al heroico Velasco el postrer homenaje, tan merecido como necesario. Se le enterró el uno de Agosto, con la posible solemnidad, que permitía el caso dado los continuos combates, en el convento de San Francisco.

Cuando lord Albemarle daba cuenta a su gobierno se expresaba, refiriéndose a Velasco, llamándole: <>.

El marqués del Real Transporte decía en su parte, que a su imitación <>.

El día doce, conquistados la Cabaña, el Morro y la loma de Arostegui, privada la ciudad de agua potable y falta de pólvora, la junta se vio en precisión de rendirse.

La Academia de San Fernando organizó algunos certámenes para perpetuar la hazaña de Velasco. Se acuño una medalla en que aparecen juntas, su efigie y la de González.

El rey Carlos III mandó erigir una estatua del primero en el pueblo de Meruelo, cercano a Noja, y en ella se le representa como cayó: con la espada en la diestra y llevándose la otra mano al costado izquierdo. Mandó también el rey que hubiera siempre en la real armada un navío llamado "Velasco".

El rey concedió para sus sucesores el marquesado del Morro de Velasco, uniendo de este modo los nombre del castillo y el del que había sido su heroico defensor.

Carlos Martínez-Valverde y Martínez

Fuente: Todoababor.es

5 de abril de 2010

Respuesta Sonora

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