24 de febrero de 2009

Crítica literaria: Las sangrientas cinco rosas, recuerdos para la historia de la Falange de Santander


Autor: Manuel Felipe de la Mora Villa

Prólogo: Maximiano García Venero

Año: 1971


Se trata, como el propio título indica del libro que relata la historia de La Falange Santanderina y en general de toda La Falange Montañesa desde antes de su creación hasta la Guerra Civil de 1936.


En la primera parte del libro, el autor nos pone en situación para hacernos una idea del porqué de la aparición de un movimiento nacional y social en España, recuerda la pérdida de nuestras últimas colonias, los intentos golpistas de la izquierda, la declaración de la 2ª Republica y hace una minuciosa descripción tanto de los elementos que en esa época gobernaban en La Montaña y sus fechorías como de quien movía los hilos en los sindicatos de clase y demás movimientos separatistas y revanchistas.


En Santander ya funcionaba algún movimiento cercano a la extrema derecha, como “Los Legionarios” de Albiñana, que eran profundamente nacionalistas y antijudíos, pero carecían de contenido social que caracterizaba a los movimientos fascistas que estaban surgiendo por toda Europa en ese mismo tiempo.


Con bastante retraso con respecto al resto de Europa y, ante las únicas opciones de un liberalismo inmovilista y un comunismo materialista y egoísta, surge en 1931 el germen de lo que sería La Falange Montañesa. A partir de ahí, el autor va haciendo un paralelismo de lo que pasaba en La Montaña y lo que pasaba a nivel nacional, relata como se empezaron a juntar en los locales de la agrupación regional independiente una 30 de militantes, los primeros contactos con Hedilla, los rifi-rafes entre falangistas y jonsistas y el viaje a Valladolid para la unión en el Teatro Calderón, las escisiones y problemas internos, las revueltas izquierdistas del 34 en toda España y sobre todo en Asturias, etc.


Como pega, la falta de documentos gráficos y que en ocasiones se va por las ramas entreteniéndose en temas históricos y filosóficos que puede que no encajen muy bien en la temática del libro, ya que hubiese sido más interesante que se centrase más en lo que fue La Falange de Santander, pero aún así es totalmente recomendable, riguroso, bien escrito y bien documentado, para conseguirlo recomendamos acudir a librerías de viejo o a Internet para conseguirlo, pese a su antigüedad aún no es muy difícil de conseguir.

19 de febrero de 2009

Prueba de fuego en La Cavada

Enclavada en la zona centro-oriental de Cantabria, atravesada por el río Miera, se encuentra la localidad de La Cavada. Junto con la cercana localidad de Liérganes, estas fueron el lugar de implantación desde el siglo XVII de los primeros altos hornos de España. El objeto de estas instalaciones: la fabricación en gran escala de cañones de hierro colado, destinados a las ingentes necesidades que requerían la defensa de las inmensas posesiones de ultramar y el espectacular desarrollo de la construcción de navíos de guerra para la Armada, con el fin de velar por el control de las líneas marítimas, que se desarrollaba paralelamente entre otros sitios, en los Reales astilleros de Guarnizo.

Dadas las diversas instalaciones armamentísticas establecidas en esta zona del arco sur de la bahía de Santander, las mismas llegaron a constituir un auténtico distrito militar restringido, colocándose a la cabeza del desarrollo tecnológico de la época.

Veintiséis mil cañones útiles para el servicio, aparte de infinidad de productos complementarios (desde las propias balas para la artillería hasta anclas para los barcos), fueron fruto de la actividad desarrollada durante la larga vida de las instalaciones, hasta entrado el siglo XIX. Prueba de la difusión de las mismas da fe la existencia de piezas distribuidas por todos los rincones del Imperio español, incluso en lugares tan lejanos como las islas Marianas.

En un pequeño pero muy bien aprovechado edificio rehabilitado, junto a las antiguas escuelas, se encuentra el Museo de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada. Su reducida apariencia exterior no se corresponde con la sorprendente variedad de objetos que alberga en su interior.

Un lugar digno de visitar.

Y como constancia de lo que debió ser en su día, aquí queda el video adjunto:

Prueba de fuego en el Museo de Artillería de La Cavada



El Bígaro

17 de febrero de 2009

Rebecca - Ala di cera


Nuevo sencillo de la banda romana "Rebecca"que cuenta como guitarrista con Marco Zani, de 270 Bis. Puede escucharse directamente en su myspace.

16 de febrero de 2009

Juan Luis Pacheco Pérez

A los noventa años de edad, ha fallecido don Juan Luis Pacheco Pérez. Requeté del Tercio de Navarra durante la Cruzada de Liberación, verdadero héroe, era Ex Cautivo superviviente de la matanza del barco prisión "Alfonso Pérez". También era veterano de la División Española de Voluntarios en el frente ruso, y contaba en su haber con dos Medallas de Sufrimientos por la Patria, cuatro Cruces Rojas al Mérito Militar, Cruz de Guerra, Medalla de la Campaña, Cruz de Hierro de Segunda Clase, Medalla del Este, Medalla de la Campaña de Invierno (Rusia) 1941-1942, Medalla Militar Colectiva y otras condecoraciones españolas y alemanas. Fue jefe provincial de la Comunión Tradicionalista. Era también Caballero Legionario de Honor, Presidente de Honor del Ilustre Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria, y Medalla de Honor nacional a la profesión.

Descanse en Paz

14 de febrero de 2009

Fraction - Rajoins nos rangs



Letra traducida:


Fraction - Únete a nuestras filas

En este sistema donde el dinero hace su ley,
al capitalismo debes creer.
La explotación y la miseria están delante de ti,
y los especuladores se agarran al poder.

Únete a las filas de la insurrección,
para que por fin tiemble el burgués.
Únete a las filas de la insurrección,
y de este enfrentamiento tu orgullo renacerá.

Hacer desaparecer culturas y naciones,
Tal es la intención de la camarilla liberal.
Pero tú debes denunciar esta inmunda subversión,
este proyecto apátrida de gobierno mundial.


Únete a las filas de la insurrección,
para que por fin tiemble el burgués.
Únete a las filas de la insurrección,
y de este enfrentamiento tu orgullo renacerá.

Consumidor titulado en este sistema injusto,
que sin cesar te crea superficiales necesidades.
No tomes por ideal toda esa mediocridad.
Para cumplir tu destino, ya es hora de luchar.


Únete a las filas de la insurrección,
para que por fin tiemble el burgués.
Únete a las filas de la insurrección,
y de este enfrentamiento tu orgullo renacerá.

En este mundo uniformado,
la policía del pensamiento guía nuestros destinos.
Niégate a ser un peón, rechaza el espíritu mercantil,
forja tú el alma de heroico combatiente.


Únete a las filas de la insurrección,
para que por fin tiemble el burgués.
Únete a las filas de la insurrección,
y de este enfrentamiento tu orgullo renacerá.


Letra original:


Fraction - Rejoins les rangs


Dans ce système aù l'argent fait sa loi

au capitalisme tu dois y croire

l'exploitation et la misère sont la devant toi

mais les spéculateurs s'accrochent au pouvoir.

Rejoins les rangs de l'insurrection

pour qu'enfin tremble le bourgeois

rejoins les rangs de l'insurrection

de cet affrontement ta fierté reneîtra.

Faire disparaître cultures et nations

tel est le dessein de la clique libérale

tu dois dénoncer cette immonde subversion

ce projet apatride de gouvernement mondial.

Rejoins les rangs de l'insurrection

pour qu'enfin tremble le bourgeois

rejoins les rangs de l'insurrection

de cet affrontement ta fierté reneîtra.

Consommateur attitre dans ce système malsain

qui sans cesse te crée de superficiels

besoins ne prends pas pour idéal toute cette médiocrité

pour accomblir ton destin il est temps de lutter.

Rejoins les rangs de l'insurrection

pour qu'enfin tremble le bourgeois

rejoins les rangs de l'insurrection

de cet affrontement ta fierté reneîtra.

Dans ce monde uniformisé

la police de la pensée guide nos destinées

refuse d'être un pion, rejette l'esprit marchand

forge toi l'âme d'un héroïque combattant.

Rejoins les rangs de l'insurrection

pour qu'enfin tremble le bourgeois

rejoins les rangs de l'insurrection

de cet affrontement ta fierté reneîtra.

11 de febrero de 2009

Pasaje de la historia: La División Azul

Pasaje de la historia que el fallecido Juan Antonio Cebrián dedicó a la División Azul en su programa "La Rosa de los Vientos" de Onda Cero.

10 de febrero de 2009

Honor y Gloria

«Parece que el cielo se va a desplomar encima de ti, que se acaba el mundo, que nadie va a quedar vivo. Faltaban pocos minutos para las siete de la mañana del 10 de febrero de 1943 y había comenzado el miércoles negro en Krasny Bor. La artillería rusa inició el castigo sin piedad. Los españoles que estábamos en primera línea corrimos a los búnkeres a cobijarnos de los fogonazos de más de 800 cañones que hacían agujeros tan grandes como plazas de toros. La tierra temblaba y el humo hacía difícil la visibilidad .Estábamos escondidos como ratas en el búnker, a 2,5 metros de profundidad. Todo era ruido, fuego, gritos, lodo, nieve y sangre. El termómetro no subía de los 25º bajo cero. Pese al frío, se sudaba, pero no se comía, ni se bebía, ni se fumaba, ni se daban los buenos días.

Muchos oficiales, en labores de vigilancia, fueron alcanzados con los primeros bombazos, dejando sin mando a la tropa. Fue ésta una de las claves de la batalla. Se decía que nunca caía un obús o un mortero donde ya había caído otro. Mentira. Caían por cientos, unos encima de otros, y al explotar esparcían metal caliente en todas direcciones. Cada una de las 800 bocas vomitaba fuego cada 10 segundos, el tiempo necesario para cargar y disparar. Enseguida se sumaron los famosos organillos de Stalin, camiones con plataformas de artillería que disparaban consecutivamente, provocando un ruido atroz, como si fuesen órganos. Tanto poderío militar para el sector tan reducido por el que se peleaba era una barbaridad.

La División Azul estaba desplegada en el norte del pueblo de Krasny Bor, en un frente de 20 kilómetros de largo al sur del sitiado Leningrado. Desde 1941 los alemanes habían cercado la ciudad y, en su intento definitivo por acabar con el sitio, los soviéticos habían elegido Krasny Bor. Estábamos, pues, en el eje de su ataque. Mi unidad, unos 5.000 hombres -aproximadamente un tercio de los efectivos españoles- se encontraba allí.

Yo estaba incorporado como sargento a la Quinta Compañía del II Batallón del Regimiento 262, a las órdenes del capitán Teodoro Palacios, quien me destinó a la segunda sección, al mando del alférez Céspedes. A mi cargo tenía un pelotón reducido de 35 hombres. Venía de un larga experiencia en combate en primera línea adquirida en los frentes de Aragón, Madrid y Cataluña durante la Guerra Civil desde agosto de 1936, cuando tenía 17 años. Me enrolé en la División Azul en verano de 1942, en Logroño.

Cuando empezaron las hostilidades aquella mañana del 10 de febrero, en realidad hacía ya días que sabíamos que algo gordo se cocía en las filas rusas. En las trincheras, Radio Macuto informa con mucha antelación. Un ucraniano que se pasó al bando español en la noche del 9 de febrero fue la señal inequívoca de que el ataque era inminente: llevaba ropa interior nueva, una costumbre local antes de la batalla para morir limpios y puros si caían abatidos en combate. Entendimos rápidamente que en pocas horas empezaría el baile. Había tensión, pero no miedo.

El fuego de artillería duró más de dos horas, en las que se produjo la mitad de las bajas del día. Al cesar la artillería, comenzaron las pasadas de la aviación enemiga, que hostigaron especialmente a nuestra Quinta Compañía; sólo en el pelotón bajo mi mando hubo una decena de bajas, entre muertos y heridos, en las tres primeras horas. Otras compañías fueron literalmente trituradas.

Pese a que el avance terrestre del Ejército Rojo se produjo por cuatro líneas de penetración con una división en cada una -44.000 hombres en total-, se toparon con serias dificultades. El calor de la artillería había dejado el acceso a nuestras nevadas posiciones como un completo barrizal por donde los carros de combate KV-1 y T-34 quedaban atascados y los esquiadores, empantanados.

Pero más importante fue que no esperaban nuestra respuesta. Creían que tras el bombardeo estaríamos todos muertos. Y lo que hicimos fue salir a nuestros puestos, emplazar las máquinas y recibirlos a fuego limpio. Las órdenes del capitán Palacios eran claras: "¡Resistir y resistir!".

Aunque la infantería rusa llegaba por oleadas, lo hacía muy desordenada y pudimos repeler los primeros ataques. Había que resistir hasta morir. Pero iban acumulándose las bajas; entre ellas la del alférez Céspedes. Si había heridos, se les evacuaba. Si había cadáveres, se apartaban para no pisarlos y se seguía disparando. El espectáculo era dantesco. Para coger una pistola y pegarse un tiro.

A media mañana, los rusos habían perforado el frente por tres sitios, pero los capitanes Campos, Oroquieta, Aramburu y Palacios resistían a duras penas con seis compañías muy debilitadas. La Luftwaffe no hacía acto de presencia; y la División SS Volkspolizei, situada en la media distancia, no podía auxiliar, pues debía aguantar para hacer frente a una previsible embestida rusa.

A mediodía estábamos prácticamente cercados por el flanco izquierdo. Mi sección, sin oficial al mando, era ya un islote con unos pocos supervivientes. Sólo pude atrincherarme y abrir fuego de costado. Primero con un único tubo de mortero que defendía Joaquín, un cabo de Ponferrada. Cubría su ojo izquierdo con una mano porque le habían pegado un tiro en la cara.

Nos retiramos por la trinchera de evacuación y regresé con dos soldados más para recuperar parte de la munición y alimentos del búnker y destruir el resto. Tiramos bombas de mano como locos. Al retirarnos al enclave donde resistía Palacios, éste me dijo: "¡Salamanca, desde este momento eres Medalla Militar!". Acto seguido acudí al sector del puesto de mando. Sólo quedaba operativo un fusil ametrallador, pero causó estragos.

Llegaban columnas con medio centenar de hombres que eran abatidos sistemáticamente. Disparábamos ferozmente, sin parar, esperando a que el enemigo se encontrase a menos de 100 metros, disparábamos al bulto. Pero hasta un ciego habría hecho blanco.

Toda la potencia de fuego de la máquina, 1.300 disparos por minuto, provocó una carnicería en las filas enemigas y nos mantuvo con vida. No es que nuestro cañón estuviese caliente, es que estaba al rojo vivo. En la refriega, tres veces cayó el soldado que la servía. Cuando un cuarto soldado me dijo con la mirada: «Sargento, ¿quiere usted que me maten?», decidí empuñar personalmente la ametralladora. Al cabo, los rusos acertaron con una granada de 120 que cayó ante el cañón. Salí despedido cuatro metros, perdiendo el conocimiento momentáneamente, la cara llena de sangre y metralla y una ceguera casi total por el alumbramiento del fogonazo. Fui evacuado al búnker. Luego supe que tenía también una herida de bala en la rodilla.

Sin munición, con la mayoría de los supervivientes heridos y los indemnes, agotados, el final estaba próximo. A las tres de la tarde, un soldado entró al búnker: "De parte del capitán, que salgáis todos; estamos hechos prisioneros". Los 25 heridos salimos y encontramos a otros 18 hombres con las manos en alto con el capitán Palacios al frente. Nos mandaron formar e hicieron un simulacro de fusilamiento pero sólo se tiraron como fieras sobre nuestros relojes y todo lo que llevábamos.

El trayecto hasta Kolpino, en fila de a tres, fue entre una alfombra de cadáveres. No nos trataron mal gracias a un jefe de escolta mongol que no debió de haber otro mejor en toda la Unión Soviética. Los 30 detenidos de Oroquieta, con los que enlazamos, recibieron toda suerte de golpes. Al llegar a Kolpino, un enloquecido grupo de mujeres rusas trató de atacarnos, pero el mongol las rechazó a culatazos.

Enseguida empezaron los interrogatorios, con las traducciones de un español enrolado en el Ejército soviético. Todo el afán del coronel ruso era saber qué armamento usábamos, hablándonos incluso de un arma secreta de Hitler. «Dice el coronel que habéis causado más de 14.000 bajas, y eso es imposible con ametralladoras y fusiles mauser corrientes», nos informó el republicano español.

Luego vino un cautiverio en campos de concentración que se alargó hasta 1954. Las estadísticas hablan de 2.252 bajas españolas (1.125 muertos, 91 desaparecidos y 1.036 heridos) en un solo día. Otras 1.000 se sumaron en los días posteriores. Aunque los españoles retrocedimos ese día tres kilómetros, los rusos no avanzaron más. Tras intensos combates, el mando soviético ordenó a sus fuerzas pasar a la defensiva. El frente quedó estabilizado durante un año.

La batalla de Krasny Bor, con una encomiable resistencia de nuestra División -el 10 de febrero se consiguieron tres de las ocho laureadas de la División Azul en la URSS- enterró una gran ofensiva posterior para romper el cerco de Leningrado. Los divisionarios que luchamos allí y estuvimos cautivos hasta 1954 no supimos qué ocurrió hasta el regreso a España, pero teníamos la creencia de que la ofensiva no había llegado más al sur que Krasny Bor.»

Angel Salamanca

4 de febrero de 2009

Las técnicas fascistas ONU

La ONU suele elaborar anualmente unas listas de países por igualdad de ingreso para realizar sus propios informes en los que analiza la pobreza mundial y el desarrollo humano.

Para hacer las listas se utiliza El Coeficiente de Gini, una medida de la desigualdad que normalmente se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual.

El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno). El índice de Gini es el coeficiente de Gini expresado en porcentaje, y es igual al coeficiente de Gini multiplicado por 100. Así pues, todos los países se preocupan de intentar mejorar este índice de acuerdo con las propias exigencias de la ONU.

¿Y qué tiene eso de fascista? ¿Nos hemos apuntado a la nueva moda impuesta por los políticamente correctos de llamar fascista a todo aquello que no nos gusta? No, lo decimos porque el coeficiente Gini fue creado por Corrado Gini, uno de los hombres más influyentes en la Italia fascista, y suya es una de las obras de referencia, "El Fascismo Científico," publicado en 1927, además, consiguió hacer de su país uno de los más desarrollaros en materia estadística, ya que teniendo buenas técnicas podían controlar mejor la realidad demográfica. Al fin y al cabo, parece que no somos el mal absoluto.


Para profundizar más sobre el tema, pinchar aquí.