19 de febrero de 2008

Delirios


Con tantos hombres inteligentes, con tantos espíritus metódicos, con tanta voluntad de diálogo y equili­brio, España se encuentra en la ho­ra presente como véis. Ya llevamos nosotros desde hace mucho tiempo opuestos radicalmente a tanto ser dialogante y equilibrado; porque de siempre entendimos que todas las grandes energías de los hombres y de los pueblos suponen un desequili-brio, que también la heroicidad y el genio lo son, y esos que no se atreven a lanzar una afirmación ni una negación, que andan siempre entre los pros y los contras, que practican el "qué se yo"; esos, son gente que nos señala como delirantes y bárbaros. ¡Ah!, ellos son realistas y partidarios de la esta­bilidad.

Si el realismo y la estabilidad consisten en esta degradación parla-mentaria, que va alcanzando todos los órdenes de la vida; en la merma de la riqueza pública y de la sobe­ranía económica; en el sometimiento de la independencia nacional a los dictados de intereses financieros internacionales; en el mérito susti-tuido por el favor; si consiste en el repliegue ignominioso del Estado ante el avance separatista, enton­ces, malditos sean el realismo y la estabilidad, y viva ese delirio bárbaro que al menos alienta el co­razón y la fantasía.

Queremos vivir en esa región a la que llaman barbarie y sumergirnos, por decirlo así, en el espíritu nacional de nuestra Patria; somos una gota en la corriente del río llamado España, sentimos la solida­ridad, no sólo con los que son, sino con los que fueron, y por eso la sentimos con los que vendrán.

Por eso amamos a nuestra Patria y la evocamos en sueños, y deseamos vivir en una atmósfera que no se parezca a la atmósfera que nos rodea en la hora presente. ¡Cuántas veces, al apartar la vista de la realidad actual, nos dirigimos hacia la historia pasada, y la evo­camos y la buscamos en aquel período de intersección entre una España que termina y otra que comienza!.

Entonces, vemos aquella Reconquista que se va formando con hilos de sangre que salen de las montañas y de las grutas de los eremitas, que van creciendo hasta formar arroyos y remansos, y vemos crecer en sus márgenes los consejos, y las behe­trías, y los gremios, y los seño­ríos, y las Cortes, y a los monjes, a los cruzados, a los pecheros, a los infanzones, a los solariegos, enlazados por los Fueros, los Códi­gos, los Usatjes, los Poemas, y los Romanceros; descendiendo hacia la vega de Granada en un ocaso de glo­ria, para ver allí el alborear de un Nuevo Mundo, con la conquista de América y del Pacífico; y entonces pasan ante nuestra fantasía Colón y Elcano, Magallanes y Cortés; los conquistadores, los navegantes y los aventureros; y a medida que el Sol se levanta, nuestras almas quieren vivir y sentir y admirar a políticos como Cisneros y como Felipe II; a estadistas y caudillos como Carlos V y como Juan de Aus­tria; y, por un impulso de la san­gre, queremos ser soldados de los tercios del duque de Alba, de Recaséns y de Farnesio, y queremos que recreen nuestros oídos los períodos solemnes de fray Luis de Granada y las estrofas de Lope y Calderón, y que nos traiga relatos de Lepanto aquel "Manco", a quien quedó una mano todavía para cince­lar sobre la naturaleza humana a Don Quijote. Queremos, en fin, em­briagarnos de gloria española, sentir en nosotros el espíritu de la Madre España porque, cuando se aca­be nuestro sueño, cuando se desva­nezca el delirio y tengamos que venir a la realidad presente, ¿qué nos importará que solo sea recuerdo del pasado lo que hemos contemplado y sentido?. Siempre habrá traído ardor al corazón y fuego a las palabras para comunicar con el corazón de nuestros hermanos y decirles que es necesario que se encienda más su patriotismo cuanto más vaci­le la Patria.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Precioso!

¿Qué ha pasado con la música?

Radix dijo...

Problemas con el servidor, en breves estará de nuevo.