22 de agosto de 2008

Heinz Guderian - "Recuerdos de un Soldado"

Reproducimos, por su belleza, el prólogo de “Recuerdos de un Soldado” del Panzer General Heinz Guderian, publicado en 1953 y recientemente reeditado por la editorial Malabar.

El destino ha hecho que mi generacion participara en dos Guerras Mundiales que han terminado con la derrota de mi patria. Es ésta una suerte dura; y nosotros, soldados veteranos, sentimos en lo más profundo, el dolor y las tristezas de nuestro pueblo. Durante largos años, los combatientes de las últimas guerras se han mantenido callados con gran esfuerzo. O permanecían prisioneros o tenían otros motivos para mantener una actitud reservada. Entre nuestros recientes enemigos, los victoriosos, se han publicado numerosos libros sobre la Segunda Guerra Mundial. En parte, son recuerdos personales en parte, valiosas obras de Historia. Al apaciguarse ahora las más violentas sacudidas del hundimiento parece llegado el momento de mostrar también el lado alemán., lo que también está grabado profundamente en la memoria de los supervivientes. Nuestros archivos han sido destruidos o cayeron en manos del enemigo. Los escritos auténticamente fieles a la historia serán, en consecuencia, muy difíciles de encontrar. Por lo tanto, me parece importante poder ofrecer las memorias basadas en recuerdos personales de los combatientes de aquel tiempo, aunque sólo hayan participado parcialmente en los acontecimientos y prevalezca, en ellos también, la forma subjetiva.
Pero no es éste el único motivo que me induce a escribir. Millones de mujeres y de madres alemanas dieron sus esposos y sus hijos por la patria. Cientos de miles de alemanes, mujeres, niños, ancianos, cayeron sacrificados a las bombas enemigas. Mujeres y niños ayudaron a conservar a la patria y el hogar con sus trabajos en las trincheras, en las fábricas y en los campos. La clase trabajadora cumplió, incansable, su deber para con la patria. Los campesinos alemanes cultivaban el agro en las más terribles circunstancias de trabajo, y aseguraron, hasta el amargo fin, la alimentación del pueblo. Millones de alemanes fueron arrojados de sus casas y cayeron en la más precaria situación o tuvieron que comer el pan del enemigo. Millones de soldados, la sangre de nuestro pueblo, murieron frente al enemigo, valientes y fieles, como tantos otros alemanes, desde hace siglos, habían dado su vida por nuestra patria. Todos son acreedores de nuestro agradecimiento.

No estoy autorizado para hablar en nombre de mi pueblo; pero puedo, al menos, hacer llegar hasta mis viejos soldados una muestra de mi agradecimiento. Sabíamos, unos y otros, lo que debíamos defender; y esto nos ha ligado y, como yo espero lleno de confianza, nos mantendrá unidos para siempre.

Se siente demasiada inclinación a acusarnos de “militarismo” y de “nacionalismo”. También este libro se expondrá a correr el riesgo de semejante reproche en alguna de sus páginas. Tanto para mis viejos soldados como para mi, “militarismo” significa vanidad, fatuidad, presunción, juego militar, fanfarrona copia del lenguaje castrense, la hipérbole de la apostura militar y su trasplante a la vida ciudadana; conceptos que el verdadero soldado rechaza. Precisamente por conocer la terrible realidad de la guerra juzga inadmisibles, como hombre, semejantes conceptos. El militarismo aspira a la conquista ambiciosa y a la política de dominio. Nosotros fuimos soldados para defender nuestra patria y hacer a nuestros jóvenes honestos y aptos para el servicio militar. Éramos militares y lo fuimos con gusto. El servicio era para nosotros un alto deber, nacido del amor a nuestro pueblo y a nuestro territorio. Dicen que “nacionalismo” significaba para nosotros supervalorización de nuestra patria y arrogancia hacia otros pueblos y razas. Nos sabemos libres de tales ideas. Porque el amor a nuestro país y a nuestro pueblo no nos impide respetar a otros pueblos en su modo de ser propio; mas este amor a la patria y este concepto del deber altamente desarrollado, debemos mantenerlo vivo. No nos desviaremos; seguiremos el camino sin vacilar, a pesar de los lamentos de la débil época actual contra el nacionalismo. Queremos ser y seguiremos siendo alemanes. Reconocemos la importancia de una Europa genuina, actualmente sacudida en sus más firmes fundamentos, y estamos dispuestos a llegar a ser un miembro destacado dentro de ella con igualdad de derechos y deberes que los demás pueblos.

Con el mismo espíritu, este libro quiere contar también a las jóvenes generaciones cómo combatieron sus padres, poniendo sus vidas al servicio de Alemania. Quiere recordarles que no han de olvidar a quienes crecían en ella a pesar de las calamidades y de la muerte; y finalmente, a pesar de la derrota segura. Sólo así nos será inutil su sacrificio y saldremos airosos, ¡Dios lo quiera!, en el pacífico encumbramiento de Alemania.
Lejos de mi ánimo defender o inculpar,. Me he esmerado en describir mi propia experiencia, Mis fuentes consisten en apuntes y cartas que han sobrevivido a mis avatares de prisionero y en relatos de combatientes. Mi obra no está exenta de errores de memoria en algunos pormenores. La abundancia de sucesos borra sus detalles y hasta los propios sucesos, después de estos años de privaciones, comienzan a palidecer.
Describo los hechos como los vi, en mi puesto de aquellos tiempos – como comandante en jefe de un cuerpo del ejército, como jefe principal de un grupo de tropas acorazadas, y como jefe superior del ejército acorazado. Para poder presentar en su conjunto la Guerra Mundial se ha usado como fuente, al modo de antes, la obra del Estado Mayor General.


Heinz Guderian

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran patriota Guderian

Anónimo dijo...

Guderian dice:El militarismo aspira a la conquista ambiciosa y a la política de dominio.Y no es eso lo que hizo Alemania? Dice respetar a otros pueblos y razas, pero se olvida de las leyes raciales y las ordenes de extermino del pueblo Ruso conque fue planificada la Operación Barbarroja de la que el fue parte. Hábil militar pero poco creible en sus conceptos morales.

Anónimo dijo...

erroneo lo que dice: Hábil militar pero poco creible en sus conceptos morales. Heinz Guderian fue uno de los pocos militares que desobedecieron la Kommandobefehl, al igual que el Generalfeldmarschall Erwin Rommel, ¿exterminio del pueblo Soviético?, Guderian no exterminó a los eslavos, y los que tuvo que aniquilar fue por el propio bien de sus tropas. el resto fue encargo de la Schutzstaffel. Guderian, un general asombroso, "Der Schnelle Heinz". Un general que no tuvo que ser procesado en Nuremberg por crímenes de guerra, solo hizo su trabajo, limitado a acciones militares, ni políticas ni raciales.

Anónimo dijo...

Dificil acusar a Guderian de genocida o criminal de guerra. Mas allá del crimen que toda guerra significa aún las más justa. O que el régimen alemán haya exedido demasiados límites. Guderian merece ser leido y respetado