1. El miedo al éxito. Si algo va bien, es sospechoso. Conectar con la realidad cotidiana del pueblo es señal inequívoca de sumisión al poder sionista. Si algo funciona, hay que estropearlo o dejarlo. Y seguramente se debe a la infiltración de masones entre nosotros. Funcionar es traicionar.
2. La cómoda instalación en el ghetto. Estamos bien solos. Pudiendo disponer de un séquito marginal de dos docenas de adeptos -seis revistillas, media docena de libros, doscientos lectores-, marginales a su vez dentro de los dos mil tarados de la ultra española, ¿para qué buscar más? ¿Para qué tratar de llevar a sociedad de 2003 el bagaje de valores, de estilo y de horizontes del que teóricamente somos portadores? Crecer es traicionar.
3. El individualismo. El sentido militante -jerarquía natural, comunidad militante en el seno de la comunidad popular- debe acomodarse a los gustos y preferencias personales de cada uno. En términos éticos, culturales o políticos, lo mismo es: guerra de guerrillas. Nada de militancia en grupo, de educación militante en grupo ni de estrechamiento de lazos indisolubles a todos los niveles. Mi tiempo es mío y doy, cuando quiera, la parte que me de la gana. Que cada uno se busque la vida, nada de unidad vital ni de entrega vital. Entregarse y convivir es traicionar.
4. El hedonismo. Está bien lo que me parece bien, lo que resulta cómodo o (si somos un poco masoquistas) lo que resulta incómodo. Selecciono pues del bagaje de valores los que me parecen oportunos y me paso los demás por el arco de triunfo. Y si para satisfacer nuestro afán diferenciador (respecto a las inquietudes populares; léase pues afán de fracaso) han de revisarse los principios, hágase. Por ejemplo, si un grupo de matones desembarca en Bilbao con banderas españolas y de la Arrano Beltza, está bien -aunque sea contraproducente-; pero si se consigue que 40.000 personas vayan encabezadas por banderas españolas, de un modo intachable, es una peligrosa concesión al Sistema. Y no hablo de política internacional y guerras porque me arriesgo al paredón. Lógicamente. Ser coherente es traicionar.
Roldanus 2003
Sacado de Ex Roma Lux
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