14 de diciembre de 2008

¿Dónde vamos? Sensu contrario...


1. El miedo al éxito. Si algo va bien, es sospechoso. Conectar con la realidad cotidiana del pueblo es señal inequívoca de sumisión al poder sionista. Si algo funciona, hay que estropearlo o dejarlo. Y seguramente se debe a la infiltración de masones entre nosotros. Funcionar es traicionar.

2. La cómoda instalación en el ghetto. Estamos bien solos. Pudiendo disponer de un séquito marginal de dos docenas de adeptos -seis revistillas, media docena de libros, doscientos lectores-, marginales a su vez dentro de los dos mil tarados de la ultra española, ¿para qué buscar más? ¿Para qué tratar de llevar a sociedad de 2003 el bagaje de valores, de estilo y de horizontes del que teóricamente somos portadores? Crecer es traicionar.

3. El individualismo. El sentido militante -jerarquía natural, comunidad militante en el seno de la comunidad popular- debe acomodarse a los gustos y preferencias personales de cada uno. En términos éticos, culturales o políticos, lo mismo es: guerra de guerrillas. Nada de militancia en grupo, de educación militante en grupo ni de estrechamiento de lazos indisolubles a todos los niveles. Mi tiempo es mío y doy, cuando quiera, la parte que me de la gana. Que cada uno se busque la vida, nada de unidad vital ni de entrega vital. Entregarse y convivir es traicionar.

4. El hedonismo. Está bien lo que me parece bien, lo que resulta cómodo o (si somos un poco masoquistas) lo que resulta incómodo. Selecciono pues del bagaje de valores los que me parecen oportunos y me paso los demás por el arco de triunfo. Y si para satisfacer nuestro afán diferenciador (respecto a las inquietudes populares; léase pues afán de fracaso) han de revisarse los principios, hágase. Por ejemplo, si un grupo de matones desembarca en Bilbao con banderas españolas y de la Arrano Beltza, está bien -aunque sea contraproducente-; pero si se consigue que 40.000 personas vayan encabezadas por banderas españolas, de un modo intachable, es una peligrosa concesión al Sistema. Y no hablo de política internacional y guerras porque me arriesgo al paredón. Lógicamente. Ser coherente es traicionar.
¿Qué cesto podemos hacer con estos mimbres?

Roldanus 2003

Sacado de Ex Roma Lux

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