15 de diciembre de 2011

La Sirenuca


Cuenta la leyenda que una guapísima moza de Castro Urdiales, desobedeciendo a su madre, tenía por costumbre mariscar en los acantilados más peligrosos para cantar al compás de las olas.

Tan desesperada tenía a su madre que la buena mujer la maldijo en un momento de arrebato: "¡Así permita el Dios del Cielo que te vuelvas pez!". Una noche de San Juan, yéndose a bañar, desaparece en la corriente y se convierte en mitad mujer y mitad pez.

Mucho después, unos pescadores que faenaban en aguas de Cádiz lo atraparon con las redes y, oyéndole repetir el nombre de su pueblo es devuelta allí. Pero incapaz de poder vivir ya entre los hombres es devuelta al mar. Se dice que, aún hoy en día, deja oír su canción a los navegantes perdidos entre la bruma, que de esta manera saben que se acercan a los acantilados.

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