El Juramento de los Horacios (Le Serment des Horaces) es considerado un auténtico manifiesto del neoclasicismo pictórico en la época de su presentación en el Salón de 1785. Con esta obra, Jacques-Louis David obtuvo una admiración clamorosa siendo elogiada por su composición y técnica.
La concepción de la tela fue larga y problemática. Al menos tres años duró su realización. Los primeros esbozos conocidos datan de 1782 siendo concluida en Roma, en 1784.
En la época de los Siete Reyes Legendarios, la guerra entre Alba y Roma, ciudades unidas por vínculos de sangre, fue resuelta median te el enfrentamiento de los tres hermanos Horacios, romanos, y los tres Curiáceos, albanos, de los cuales eran hermanas las mujeres de los Horacios. Era un combate a muerte. Uno de los jóvenes Horacios logró ser vencedor. Pero su victoria quedó empañada por las lamentaciones de su hermana Camila, prometida con uno de los Curiáceos. El vencedor hallando a su hermana llorando a su desposado, preso del furor patriótico, le dio muerte. Cuando lo apresaron, el padre salió en su defensa, aludiendo su entrega a la causa cívica y a la razón del Estado. El joven triunfador volvió a ser aclamado como héroe.
De la historia se quería obtener un ejemplo de virtud: el sacrificio personal a la causa común. Sin embargo, David se sentía más inclinado por el aspecto trágico del relato. Así que primeramente esbozó la muerte de Camila, y después la defensa del padre hacia su hijo. Insatisfecho, el pintor marchó a Roma y tras once meses de intenso trabajo ofreció la solución del juramento.
Escogió el aspecto más virtuoso, pues la obra narra el preciso momento en que Horacio presenta las armas a sus hijos con el juramento de derrotar a los hermanos Curiados hasta la muerte, si fuese necesario. Se trataba de una pintura moral que recogía los nuevos valores del manifiesto de la Revolución: a los intereses personales se anteponen el amor a la patria y el cumplimiento del deber.
En cuanto a la composición, simple, sencilla y equilibrada, sin adornos, destaca la perfecta integración de las figuras. Los tres grupos, los hermanos, el padre y las mujeres, se sitúa en el marco arquitectónico austero definido por una triple arcada compuesta por primitivas columnas dóricas y arcos semicirculares en los cuales se enmarca a cada uno de los protagonistas.
Se escenifican dos mundos completamente separados. El contraste entre la actitud heroica de los hombres y la sensibilidad de las mujeres. Los hombres gloriosos, el valor masculino, con actitud activa y decidida, mientras que las mujeres, llorando, contienen los valores sentimentales, la ternura. Los tensos músculos de los hermanos, que vibran con una gran energía son la antítesis de los gestos compasivos de las mujeres. El tema del sacrificio tiene como consecuencia el dolor.
Esta relación entre ethos y pathos dio como resultado una pintura de gran fuerza expresiva y dramática. Para acentuar el pathos, el pintor francés añadió a las hermanas las figuras de una viuda y dos niños, aunque ningún autor clásico menciona a estos personajes.
Nunca antes se había representado mejor el conflicto entre el deber y el sentimiento, ni el contraste entre el héroe masculino y la sensibilidad femenina.
El dibujo es perfecto, y el modelado de los personajes se acentúan por una luz fría y uniforme y una gama cromática cálida.
Con esta obra de gran formato, 330 x 425 cm, conservada en el Museo del Louvre de París, David alcanzó la plena madurez.
La concepción de la tela fue larga y problemática. Al menos tres años duró su realización. Los primeros esbozos conocidos datan de 1782 siendo concluida en Roma, en 1784.
En la época de los Siete Reyes Legendarios, la guerra entre Alba y Roma, ciudades unidas por vínculos de sangre, fue resuelta median te el enfrentamiento de los tres hermanos Horacios, romanos, y los tres Curiáceos, albanos, de los cuales eran hermanas las mujeres de los Horacios. Era un combate a muerte. Uno de los jóvenes Horacios logró ser vencedor. Pero su victoria quedó empañada por las lamentaciones de su hermana Camila, prometida con uno de los Curiáceos. El vencedor hallando a su hermana llorando a su desposado, preso del furor patriótico, le dio muerte. Cuando lo apresaron, el padre salió en su defensa, aludiendo su entrega a la causa cívica y a la razón del Estado. El joven triunfador volvió a ser aclamado como héroe.
De la historia se quería obtener un ejemplo de virtud: el sacrificio personal a la causa común. Sin embargo, David se sentía más inclinado por el aspecto trágico del relato. Así que primeramente esbozó la muerte de Camila, y después la defensa del padre hacia su hijo. Insatisfecho, el pintor marchó a Roma y tras once meses de intenso trabajo ofreció la solución del juramento.
Escogió el aspecto más virtuoso, pues la obra narra el preciso momento en que Horacio presenta las armas a sus hijos con el juramento de derrotar a los hermanos Curiados hasta la muerte, si fuese necesario. Se trataba de una pintura moral que recogía los nuevos valores del manifiesto de la Revolución: a los intereses personales se anteponen el amor a la patria y el cumplimiento del deber.
En cuanto a la composición, simple, sencilla y equilibrada, sin adornos, destaca la perfecta integración de las figuras. Los tres grupos, los hermanos, el padre y las mujeres, se sitúa en el marco arquitectónico austero definido por una triple arcada compuesta por primitivas columnas dóricas y arcos semicirculares en los cuales se enmarca a cada uno de los protagonistas.
Se escenifican dos mundos completamente separados. El contraste entre la actitud heroica de los hombres y la sensibilidad de las mujeres. Los hombres gloriosos, el valor masculino, con actitud activa y decidida, mientras que las mujeres, llorando, contienen los valores sentimentales, la ternura. Los tensos músculos de los hermanos, que vibran con una gran energía son la antítesis de los gestos compasivos de las mujeres. El tema del sacrificio tiene como consecuencia el dolor.
Esta relación entre ethos y pathos dio como resultado una pintura de gran fuerza expresiva y dramática. Para acentuar el pathos, el pintor francés añadió a las hermanas las figuras de una viuda y dos niños, aunque ningún autor clásico menciona a estos personajes.
Nunca antes se había representado mejor el conflicto entre el deber y el sentimiento, ni el contraste entre el héroe masculino y la sensibilidad femenina.
El dibujo es perfecto, y el modelado de los personajes se acentúan por una luz fría y uniforme y una gama cromática cálida.
Con esta obra de gran formato, 330 x 425 cm, conservada en el Museo del Louvre de París, David alcanzó la plena madurez.
Fuente: historiadelarte.us
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