5 de noviembre de 2010

Un aplauso para Íñigo

Los dos monumentos naturales más emblemáticos de la ciudad, el Arco de la Horadada y el Puente del Diablo, han sido destruidos. Da la casualidad de que ambas pérdidas han coincidido con el mandato de Íñigo papeles para todos de la Serna ¿Negligencia, dejadez? Será cosa del Dios Neptuno, gobernador de aguas y mares que tiene cruzado a nuestro simpático alcalde. No pasa nada, una capa de cemento y como si nada… o de lo malo, malo, se presenta algún proyecto museístico para recrearlo en cartón-piedra a lo Altamira.

Hablando de monumentos, otro que está en proceso de destrucción es el obelisco del Alto de Miranda (recordemos que las placas que le daban sentido ya habían sido convenientemente cinceladas), pues resulta que ahora les ha dado por transformar la rotonda en glorieta (tócate los pies) y nuestro espabilado concejal de urbanismo y unas cuantas cosas más, un tal César Díaz, comenta que el monolito no se vuelve a colocar debido a su escaso valor arquitectónico. Veremos que nos ponen en su lugar, después de ver la peculiar decoración de las nuevas rotondas de la ciudad (y glorietas, claro) muy “de diseño” que parecen algo así como acuarios sin agua, va a ser complicado que nos sorprendan, pero estaremos atentos. En cualquier caso, la broma va a salir a poco menos del medio millón de euros.

Las que siguen inasequibles al desaliento y desafiando al viento, aunque bastante ajadas, son las banderitas de la derrotada candidatura a la capitalidad cultural europea, es de esperar que antes de elecciones manden a algún operario hacerlas desaparecer (no fue gratis ponerlas y no será gratis quitarlas) pero a la hora de verter la papeleta sería nocivo que el populacho recordase los dineros derrochados en tiempos de crisis.

Con lo que ya no hay vuelta atrás es con lo de la Plaza del Ayuntamiento. Fea, gris y cara, como cabía esperar de los incompetentes que mandaron hacerla. Granito como para enterrarnos a todos. ¡Cómo lo vio venir el invicto e inmortal Caudillo Francisco que, como las palómas, (gran discriminación hacia ellas el nuevo diseño) salió de allí volando!. Nada se sabe del museo aquel previsto para su reubicación. Árboles que no dan sombra, una especie de imitación cutre de cabaña pasiega para camuflar asuntos del parking subterráneo… pese a los dineros gastados (no ha sido precisamente calderilla lo que se ha costado, y la deuda municipal supera los 130 millones de euros) no creo que los vecinos de la zona hayan ganado mucho con el cambio, pero bueno, los vecinos importan lo que importan, después de años dejando morir los barrios más antiguos de la ciudad para introducir en ellos otro tipo de usos, sin duda más interesantes para los custodios de las arcas municipales, no nos vamos a rasgar las vestiduras. Cosas de la modernidad.

Rastapopoulos

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